viernes, 3 de octubre de 2008

Rollos


Es probable que alguna vez cualquier persona haya hecho un comentario demasiado simple, del que se generara una serie de opiniones contrarias que convierten en perfecto caos la intención sencilla que tenía una frase. Para decirlo de otra manera, muchas personas le buscan las 19 patas al gato. Es importante tener proyección en las ideas, cuestionarse muchas cosas y siempre ver mucho más allá. Pero también es importante medir qué tan proyectados estamos, para así no caer en “rollos”. Pues si, la mayoría de la gente es “enrollada”.


Quizás las principales causas de este fenómeno en la personalidad de cualquier individuo, tiene que ver con las diferencias acentuadas presentes en la mente de un hombre y una mujer. Es fácil entablar debates con personas del mismo sexo, ya que el entendimiento prevalece (refiriéndome a cosas muy simples). Cuando pones a un carajo a conversar con una mujer sobre cosas muy básicas, es más probable caer en discusiones, que cuando pones macho con macho y hembra con hembra.


Un ejemplo bien claro ocurre en muchas parejas. Digamos que Carmen le dice a Luis: “mi vida, vayamos hoy al cine”, mientras Luis responde: “cariño, sinceramente estoy un poco cansado y me provoca dormir temprano”. ¿Qué crees que pasa por la mente de Carmen?: “este cabrón ya no me quiere, está desmotivado y seguramente se va a buscar otra”. Con esto no quiero decir que las “enrolladas” sean las mujeres. Pongamos que Luis dice: “gordita, vamos a hacerlo bien rico hoy” y Carmen responde: “corazón, tengo un poco de malestar y quiero aprovechar el día de hoy para ver el capítulo final de la novela y las noticias del día”. Por supuesto Luis se preguntará “¿cómo coño se le ocurre a esta perra decirme que no y ahora tener que matarme a paja? El coño e’ su madre con la mal paría’ esta. Regluda de mierda”.


Es complicado que una persona simplemente respete opiniones, deseos y ánimos. La mayoría de las veces, el humano es sincero cuando habla sobre cosas simples, pero al mismo tiempo, casi todos nos “enrollamos” porque no entendemos al otro. Claro, hay excepciones.