miércoles, 1 de septiembre de 2010

Adiós Rutina


Siempre me pasa que estoy haciendo cualquier cosa idiota y se me ocurre escribir algo idiota. Sin embargo, en casi todos esos momentos pienso “mañana lo escribo en el blog”. Pasa que al otro día ni siquiera me acuerdo cuál era el tema en el que andaba pensando. Algo así como las veces que te levantas después de tener un sueño arrechísimo y a los 3 segundos no te acuerdas de qué coño soñabas. Frustrante.

Ahorita estoy haciendo algo en lo cual no debería estar pensando en pendejadas y, sin tener ningún tipo de interés, me dispongo a escribir sobre cualquier cosa. Tal vez es una manera complicada de decir que me siento “ladillado”. ¿Será que no soy capaz de soportar una rutina? Creo que la respuesta es “No” rotundo.

No sirvo para hacer todos los días las mismas cosas. Si quieres obstinarme o sacarme de onda, puedes intentar ser rutinari@ conmigo. Tal vez una manera de romper el hielo de lo cotidiano es hacer cosas como estas; escribir lo que provoca en el momento y ya. Pero por otro lado, se sabe que esto no es más que un “break” para, en unos minutos, regresar al infernal día a día.

Hoy estoy decidido a no ser más nunca un tipo rutinario, porque siento que es dañino para la vida de cualquier persona. Hoy me dispongo a innovar un poco más de lo que he sido y a intentar gozar de las cosas más simples y de las complejas también. Hay millones de cosas por hacer y muchas veces nos limitamos a las mismas.

A mamar, que llegaron las tetas.

lunes, 9 de agosto de 2010

Placeres


Pudiera sentarme por horas a escribir innumerables inconformida- des. Pudiera pasar años caminando y observando todo lo feo y bonito que me rodea. Pudiera pasar días con los ojos cerrados escuchando el silencio y el atormentante ruido que, en ocasiones, acaricia el placer. Pudiera pasar una vida entera haciéndome preguntas y, tal vez, 20 vidas más buscando las respuestas. Pudiera amar tanto que, de manera egoísta, me olvidaría de mí. Pudiera soñar tanto que, al despertar, no recordaría nada y, en ocasiones recordaría más de lo que soñé. Pudiera llorar litros que darían gusto a un guiso. Pudiera reír por horas, hasta que me doliera la barriga. Pudiera dormir días y sentirme un parásito. Pudiera sentarme a ver amaneceres y atardeceres a la orilla de todos los mares y no me cansaría. Pudiera pararme bajo la lluvia hasta que escampe. Pudiera estar en cualquier lugar y pensar lo que quiera porque soy libre. Pudiera volar.

lunes, 19 de julio de 2010

Viviendo como aquella rana


Por ahí hay un experimento realizado a una rana, donde se enciende una estufa y se calienta una olla; al rato se lanza la rana (viva) en el interior de la misma, generando un salto inmediato del pobre animal por la elevada temperatura. En el mismo caso, se pone la rana en la olla y poco a poco se va encendiendo la estufa, mientras que el animal se va adaptando paulatinamente al ascenso de la temperatura y, eventualmente, muere como la propia pajúa. -Si no entendiste, búscalo en Google-.

Considero que aquel ejercicio, más que un experimento, fue una predicción de lo que sería el venezolano del 2010. Desde que descubrí tal similitud, no he dejado de ver ranas por todos lados (ya había visto muchos sapos).

El venezolano (y me incluyo) es especialista en adaptarse a todo. Podemos vivir en la mierda, pero en algún momento nos acostumbramos a tanta porquería. Si vivimos en la gloria, muchísimo más rápido es la adaptación, pero siempre queremos más y más. Infinitos son los ejemplos que argumentan tal afirmación. Recuerdo aquel día cuando empezó el racionamiento de agua en el “interior” del país. Todos vivíamos obstinados y quejándonos por la vida. Las molestias causadas eran impresionantes. Pero dos meses después, sin darnos cuenta, ya estamos adaptados a vivir así. Cada quién, automáticamente, planifica sus días en función de esos cortes de agua y, de pronto, ya nadie se queja.

El colmo de la adaptación que tiene un venezolano, tiene que ver con el tema de la inseguridad. ¿Qué cantidad de homicidios, asaltos, secuestros o barbaridades vivimos todos los días? Son innumerables los casos violentos, sin contar los daños psicológicos que esto acarrea. Pero el venezolano no hace nada al respecto y se limita a justificar y vivir en “paz” con el “auto-consuelo del bobo”. Esta definición abarca cualquier especie de consuelo que te sirva para pasar la página y nunca procurar hacer algo al respecto. El ejemplo clásico y cotidiano del “auto-consuelo del bobo” es cuando asaltan a alguien y lo único que decimos para solucionar todo es “pudo haber sido peor”.

Con frases como esas, nos acostumbramos a vivir hundidos en la mierda e improvisando nuestros días. Con estas frases justificamos cualquier barbaridad que haya ocurrido. Con ese tipo de palabras enterramos acontecimientos que maltratan nuestra sociedad. Esas frases, más que “auto-consolarnos” ante las malas situaciones, lo que producen es una inactividad y falta de cojones para enfrentar nuestros problemas sociales. El venezolano se acostumbra a todo lo malo y nunca hace nada por buscar soluciones.

Cualquier parecido con la realidad, es pura rana.

lunes, 31 de mayo de 2010

Cualquier cosa


Qué escribir? Qué opinar? En qué pensar? Qué no hacer? Son muchas las preguntas que me hago al momento de comenzar a escribir algo. Por lo general no tengo nada planificado. Me siento en cualquier lugar y arranco. Tal vez esta falta de metodología o planificación, últimamente me han llevado a no tener nada que postear en este blog. Es como cuando estás con alguien y de pronto te das cuenta que ya no hay tema de conversación. Han pasado muchas semanas desde que, frecuentemente, me dispongo a escribir nuevas pendejadas que pueda publicar aquí. Pero es como si la inspiración (si es que alguna vez la tuve), se esfumó.

P.D.: No me metí a EMO.