jueves, 25 de junio de 2009

Un Día


Un día salgo del edificio. Voy rodando como todas las mañanas por la ruta habitual. Veo muchos fiscales de tránsito. Pienso que probablemente hay una caravana fúnebre de algún mal llamado “funcionario” de esos y, por tal motivo, hay muchos de ellos en la calle. Total que sigo mi curso y me pongo a escuchar The Beatles.

A los pocos minutos veo varios policías patrullando y me pregunté “¿será que también se murió un policía y va en la misma caravana fúnebre del fiscal?, ¡mierda!”. Y así rodé y rodé por el pueblito este, mientras estaba más entretenido por las notas de “Taxman”.

En una de esas que estaba en un semáforo, noto algo diferente y fuera de lugar. Eran como 20 personas limpiando una acera donde caben apenas como 10. Empecé a darme cuenta que las cosas no me cuadraban ese día, que había algo raro. Fue una sensación parecida a la que ocurre cuando sales de tu casa y sientes que se te quedó algo, pero no sabes qué. ¿Será que The Beatles me está poniendo a tripear?, pensé.

Bajé un poco el volumen y me tomé la molestia de mirar alrededor. ¡Sorpresa! Había gente por todos lados pintando paredes, limpiando islas, barriendo calles, tapando cráteres, sembrando árboles. Si hubiera tenido una taza de café, me la derramo en las bolas. Nuevamente me vino una pregunta al coco: “¿qué coño está pasando?”.

Me di cuenta que no estaba soñando un carajo. Estaba extremadamente sorprendido por tan majestuosa visual que tenía al frente. Sentí alegría, sentí curiosidad. Seguí la marcha hacia la oficina. Veo carteles por todos lados que promocionan cierta reunión de mandatarios latinoamericanos en Maracay. Entiendo todo. Mento la madre mil veces y continúo otras mil más.

Resulta que transitaba yo, por ese camino maravilloso, limpio, decente, desarrollado y soñado, por donde “pasearían” todos los mandatarios que iban a la reunión. Más tarde, me di cuenta que todas las demás áreas de la ciudad estaban igual de podridas, escoñetadas, sucias, cochinas y demás sinónimos. La delincuencia seguía igual, la corrupción idéntica, el descaro continuaba creciendo. Mento la madre unas mil veces más.

La recontra coñísimo de madre que parió la recontra coñísima puta política. Tengo 25 años viviendo en Maracay y nunca me le han hecho el cariñito que se merece. Pero de pronto, vienen unas cuantas personas de otros países a reunirse con otros cuantos de acá, y les llenan el camino de oro solo para que paseen 5 minutos por el. Me cago en una poceta.

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